Comenzamos introduciendo el tema a través de un juego por el patio, el que fuimos encontrando piezas de un puzzle que resultó ser un mapa hacia un tesoro. Era un cofre lleno de cosas que no sabíamos qué eran y que tuvimos que describir usando los cinco sentidos.
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Durante dos semanas, los niños fueron llevando a clase sus aportaciones. Fue muy enriquecedor aprender todos de todos. Además, muchos de los niños prepararon varios experimentos para llevarlos a cabo en en aula con los compañeros, por lo que disfrutaron mucho y pudieron percibir a través de los distintos sentidos: oliendo diversas sustancias y objetos, probando distintos alimentos, escuchando diferentes sonidos para discriminarlos, intentando averiguar objetos sin verlos solo empleando el tacto, realizando diferentes juegos visuales…
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Uno de los experimentos que
más le gustó fue el que hicimos con el sentido de la vista, en el que cada día
íbamos observando el crecimiento de las plantas de habichuelas que plantamos en
vasos transparentes para poder mirar a través de él. Además, probamos a meter
una al armario y vimos que creció blanca y comprobamos lo importante que es la
luz para las plantas, al igual que para nosotros poder ver.
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Para concluir, realizamos un taller de brochetas de frutas y chuches donde utilizamos los cinco sentidos:
- El tacto para sentir las diferentes texturas y temperatura de las frutas y las chuches.
- El olfato para intentar adivinar cuáles iban a ser los ingredientes de las brochetas y descubrir sus diferentes olores a medida que la realizábamos.
- La vista para observar los colores y el orden de los ingredientes.
- El oído para escuchar las órdenes de la seño y escuchar la música que sonaba durante el taller.
- Y el gusto, para probar nuestra deliciosa brocheta en casa.
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